
Fundación Ekta

Fundación Ekta

Estimada Dory:
El pasado 14 de octubre de 2025, se cumplió el primer aniversario de la partida de mi mayor bendición hacia su verdadero hogar. Ha pasado un año desde que emprendió ese viaje que, aunque doloroso para quienes nos quedamos, sé que la condujo a un espacio de paz absoluta, donde su alma descansa libre de cualquier sufrimiento. Encontrar consuelo en esa certeza me ha permitido transitar este camino con serenidad y profunda gratitud por el tiempo compartido.

Dicen que las personas que amamos nunca se van del todo. Y hoy puedo afirmarlo desde la experiencia más íntima: siguen caminando a nuestro lado cada día, invisibles a los ojos, tal vez inaudibles, pero más presentes de lo que imaginamos. Se manifiestan en la memoria, en los gestos, en las acciones que aprendimos de ellas, y también en ese impulso silencioso que nos anima cuando creemos que ya no nos queda fuerza. Así la siento: tan amada, tan extrañada, tan presente y, sobre todo, tan querida.
Por eso, en lugar de vivir este aniversario desde la tristeza, decidimos transformarlo en un acto de amor. Celebramos su vida y su esencia compartiendo con personas que enfrentan realidades difíciles: hermanos y hermanas sin hogar, desfavorecidos por las circunstancias, pero con un corazón noble y lleno de humanidad. Este pequeño gesto, sencillo pero sincero, es un reflejo de lo que ella siempre enseñó y practicó: tender la mano, mirar con compasión y recordar que todos merecemos dignidad y esperanza. Estoy segura de que habría aprobado esta forma de honrarla, pues era parte de su espíritu generoso.


Hoy la reconozco como mi ángel de la guarda. Siento su guía constante, como un faro que ilumina incluso en mis días más oscuros. Cada decisión que tomo, cada paso que doy, lleva un poco de su influencia amorosa. Me inspira a ser mejor, a vivir con propósito y a sembrar bondad donde pueda. En los momentos de incertidumbre, percibo su protección; en los de alegría, su bendición; y en los de silencio, su compañía.

Agradezco de corazón que la mantengas en tus rezos. Saber que su memoria también vive en las oraciones de otros es un consuelo inmenso y un recordatorio de que su luz sigue expandiéndose, tocando vidas incluso más allá de la mía.
Gracias por acompañarnos en este camino de memoria y esperanza.
